Puente Internacional Atanasio Girardot, 16 de febrero de 2023.
Excelentísimo Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro y su esposa, Cilia Flores de Maduro
Vicepresidenta Ejecutiva de la República Bolivariana de Venezuela, Delcy Rodríguez Gómez
Vicepresidente Sectorial para la Seguridad Ciudadana y la Paz de la República Bolivariana de Venezuela, Remigio Ceballos Ichaso
Gabinete Ejecutivo del Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela Nacional
Ministros y funcionarios del Gobierno Nacional de Colombia
Gobernadores y alcaldes fronterizos que nos acompañan
Representantes del sector empresarial, agroindustrial y cafetero de la República Bolivariana de Venezuela
Presidentes, directores y representantes de las entidades gremiales y empresariales de Colombia
Al grupo musical Bolívar Swing Calipso y el Conservatorio de Danzas del Estado de Bolívar
A la Academia de Baile Charlotte de Cúcuta
Medios de comunicación y en general a toda la comunidad que nos acompaña hoy
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Pues es un placer estar aquí en esta línea fronteriza que podemos ahora pasar sin mayores problemas.
Estamos aquí en realidad firmando un acuerdo parcial, que es un paso más de integración. Que nunca, en mi opinión, debió ser suspendida.
Creo que el proceso de integración que, de alguna manera, no sin problemas, indudablemente, seguían los países hermanos con una historia común, Venezuela y Colombia, nunca debió ser suspendida.
Si alguna lección hemos aprendido de los europeos, de su propia tragedia- –creo que ayer u hoy, se conmemora un año más, lamentable, del ascenso de Hitler al poder, 1933 fue el año aciago–, en cierta forma la humanidad se está acercando a un nuevo 1933, pero a escala global.
Tal la irracionalidad de los tiempos presentes.
Los pueblos europeos aprendieron de alguna manera a que tenían que convivir entre, incluso, regímenes diferentes.
Durante décadas fueron capaces de superar las heridas de una guerra tan dura y profunda y estruendosa como la Primera Guerra Mundial y la Segunda, y allí lanzaron el mensaje de su propia unidad, de su propia integración, a pesar de esas heridas.
Hoy parece que lo han olvidado. Hoy parece que, seguidos por las realidades de este nuevo 1933 global, quisieran atraer de nuevo la guerra a su propio continente, prenderla, matarse entre hermanos.
Eso no lo pueden seguir Colombia y Venezuela. Nosotros somos hermanos, somos un mismo pueblo.
Los bailes aquí nos mostraron las conexiones. La cultura siempre muestra las conexiones que hay entre los pueblos.
No es sino escuchar las músicas y los tambores. No es sino ver los pases de baile, no es sino observar la estética y encontramos que es una misma realidad, que es una misma historia, que son las mismas raíces que nos han venido construyendo como esos filones que llegan de la historia. De la historia de todo el mundo, porque se conjuga el África, se conjuga la Europa, el mundo latino.
Somos herederos incluso del imperio romano, pero también indudablemente somos herederos de las raíces más ancestrales de los pueblos que habitaron este territorio, que fueron comunes, que nunca tuvieron esta raya como frontera, que siempre pasaron libres de un lado al otro, como los motilones o como los indígenas wayú.
Y tanto pasaban libres de un lado al otro que incluso, cuando se trató de hablar de libertad, cuando se trató de una liberación hecha por muchachitos y muchachitas –Atanasio Girardot, cuando murió en tierras hoy venezolanas, luchando por la libertad en Bárbula, murió de 21 años.
Y esa era la edad promedio de esa generación que dirigió las luchas por la independencia. Era una generación juvenil, como la hemos visto ahora actuando, como la hemos visto muchas veces en la historia actuando.
Como fue la mía. Una generación juvenil que se plantea cambiar el mundo.
Con los uniformes de la época, con los estilos de la época, con los libros de la época, que traducían del francés, que eran las ideas de la época, a la luz de las velas y quizás con un diccionario, iban entendiendo que su papel en la vida, en su existencia y en la historia, en ese momento, era cambiar el mundo.
Iban entendiendo que su papel en la vida, en la existencia y en la historia era, en ese momento, cambiar el mundo.
Atanasio Girardot era uno de esos jóvenes y murió, naciendo de este lado, de esta raya, allá a ese lado de esa raya, como murió Bolívar, que nació a ese lado de esa raya, aquí a este lado de esta raya.
Esta raya en realidad no significa mucho Presidente.
Nos hemos separado, como decía Gabriel García Márquez, por orgullo.
Ahí está, pero no nos debe separar.
Lo que sucedió en el inmediato pasado no debe suceder.
Lo que se construyó en estas trochas por donde gentes pasaban de uno y otro lado, una violación sistemática de derechos humanos, contra mujeres, abusos sexuales, la entrega de esa raya a la mafia, a las organizaciones que, degradadas en el conflicto, en las economías ilegales, hicieron su dominio alrededor de esta raya, no puede volver a pasar.
Aquí tiene que haber una legalidad para que se protejan los derechos de las gentes. Gentes de uno y otro lado de la raya que bien se merecen esa protección pública estatal para que puedan ser como pueblo, para que puedan construir sus relaciones política, económicas, culturales.
Hemos firmado un acuerdo comercial.
Hay que llenar estos puentes de comercio. Quitar las barreras que pueda haber hacia ese comercio colombiano y venezolano.
Hemos habilitado estos puentes, incluso uno, este, que no tenía el uso, nunca había sido usado.
Hemos hecho acuerdos de aduanas administrativos, etcétera. El acuerdo parcial que acabamos de firmar.
Aún hay mucho por hacer.
Porque no se trata de que estos puentes se llenen solamente de comercio, sino que se llenen de pueblo. De pueblo que pueda pasar y venir. Que haya gente –y no me refiero al gran capital que quiere invertir de un lado al otro, me refiero a los pequeños capitalitos de la gente que vive allá, en esos apartamentos, en esas casas; lo mismo que allá, en esos apartamentos y en esas casas, y que puedan perfectamente hacerlos en uno y otro lugar sin temores.
Yo creo que es palabra democracia es que la gente pueda vivir sin temor. Piense lo que piense y haga lo que haga, siempre que sea respetuosa del ser humano.
Que esta raya sea, entonces, no la separación de los seres humanos, sino el puente común que junta a los seres humanos que habitamos aquí y allá, sin barreras, sin distinciones, como hermanos.
Gracias, muy amables.
(Fin/dlg/gbf/mgg/gta)