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Discurso

Palabras del Presidente Gustavo Petro en la instalación del Puesto de Mando Unificado en Bosconia, Cesar

Foto: Presidencia de la República

Presidente Gustavo Petro en la instalación del Puesto de Mando Unificado en Bosconia, Cesar

Bosconia, Cesar, 28 de octubre de 2022.

Agradezco su presencia activa, obviamente indignada. Tantos miles de personas que hoy a lo largo y ancho del país padecen circunstancias difíciles, unos más que otros.

Indudablemente tenemos una crisis que tiene que ver con el clima. Y no es producto de la naturaleza, es producto del ser humano. La atmosfera cada vez reacciona de manera más violenta contra nosotros, porque la atmósfera ha cambiado. Esa atmósfera químicamente hoy es diferente a la que teníamos hace mil años, 500 años.

Hoy, está llena de unos gases que calientan cada vez más el planeta y cambian, en la medida que hay más calor, todo el ciclo del agua en todo el planeta. Los huracanes son más fuertes; cerca de aquí ya han pasado dos, dejando su estela de problemas en la sociedad que los ha recibido.

El nivel del mar aumenta cada vez más. Las aguas que caen como lluvias son cada vez más torrentosas, intensas y, ya lo veremos, también dejarán de caer, generando sequias casi todas con consecuencias que tienen que ver con más pobreza, con más hambre.

A eso le llaman el cambio climático. No se le ha puesto cuidado.

Los gobiernos del mundo, solo cuando ya llega el desastre, hablan de eso. Pero cuando no llega, entonces, se olvidan de hacer las obras que se requieren para adaptarse. Los cambios económicos que hay que hacer para mitigar.

Se está viviendo una paradoja, que lo dije en mi campaña electoral cuando pasaba por estos municipios, y es que sufre la crisis climática, pero también en su propia región se producen los químicos que producen la crisis climática, el carbón.

Y, entonces, será parte del debate político.

Hoy estamos más de afán, el que cesar queremos, si el de la masa negra que va matando a la humanidad cuando se utiliza por allá en los países desarrollados, después de que cruza por aquí en vagones y llega al mar.

Si lo que deberíamos ya estar hablando es de cómo esos trabajadores, y sus familias que viven de eso, puedan tener otro modo de vida alrededor de una gran riqueza, que también en esta región existe, pero que no utilizamos, que es el sol.

Casi que recoger esa energía solar por metro cuadrado es más valioso que las tierras por metro cuadrado, más fértiles de la región.

Pero para ello hay que hacer inversiones, hay que conocer, hay que ir cambiando las mentalidades. Un municipio podría generar energía eléctrica y sacar dividendos para su pueblo una casa cualquiera, un techo como este.

¿Ya lo tienen? Ah bueno…

Mapas de riesgo son fundamentales

Cada hogar podría tener una solución y esos altos costos que energía eléctrica que van ahogando los ingresos de la familia podrían mejorar.

Pero hoy estamos sufriendo las consecuencias.

Cada municipio, como muchos de ustedes lo dijeron, debe prever hacer un mapa de riesgo posible. Quizás se puede equivocar, quizás podamos acertar, pero hacer esos mapas de riesgo, determinar dónde está el riesgo posible por las variaciones del clima es fundamental, porque se puede prevenir.

Prevenir a veces consiste en salirse del lugar cuando no es adaptable ya. Prevenir a veces consiste en hacer unas obras y aquí lo dijeron; muchas veces no son muros. La carretera es un muro, la línea férrea es un muro y en lugar de solucionar, empeora las circunstancias.

Muchas veces se trata de dejar fluir el agua, de garantizar que fluyan, de tal manera que no provoquen mayores daños cuando los torrentes se acrecientan sobre los seres humanos.

Hoy tenemos aquí un muerto, un niño; Carlos Andrés Estrada Comelli. Sus padres hablaron aquí.

Les doy mi saludo desde acá. Como él han muerto ya en este año 196 personas en toda Colombia.

Y, la cifra puede aumentar, la verdad sea dicha, porque el problema no está ni siquiera en estos meses, sino prácticamente desde comienzos del año ha seguido lloviendo y lloviendo. Quizás los aguaceros no sean tan intensos como otros que hayamos conocido, pero el acumulado que dejan esas aguas va generando una debilidad, una vulnerabilidad en el territorio que cualquier otro aguacero termina convirtiéndose en fatal, porque los niveles del agua ya están arriba.

Incluso donde no los vemos, debajo del suelo, por ejemplo, en este lugar, cualquier aguacero se vuelve inundación y cualquier inundación puede matar, si no hemos prevenido el riesgo.

La Unidad Nacional de Gestión del Riesgo, que nosotros heredamos corrupta, profundamente. Ya se presentarán investigaciones a la opinión sobre ese tema, la estamos tratando de sanear.

Ahí hay un cartel de contratistas. Siempre hacen lo mismo y siempre se inundan los mismos lugares y la misma gente termina siempre vulnerada un año, otro año, una década después, otra década. No se logra lo que se llama gestionar el riesgo que es simplemente evitarlo.

La ANLA investigará situación

Las causas de lo que ha acontecido en Bosconia, ustedes más o menos las han determinado.

Yo voy a enviar una delegación de la ANLA (Agencia Nacional de Licencias Ambientales), que es la entidad que más podría ayudarnos en este momento, para que determine con las informaciones que ustedes ya han dado, las causas del siniestro propiamente dicho.

Indudablemente, llegando aquí por vía aérea se ven los grandes embalses en las alturas. Y un embalse en una altura es más peligroso que si estuviera a flor de tierra, aumenta su peligro, y son canteras; y son canteras que tienen que ver con la construcción de una obra de infraestructura contratada por el Gobierno Nacional:  la Ruta del Sol 3.

Pareciera que la Ruta del Sol no nos ha dejado sino dolores de cabeza, corrupción y ahora muerte.

Este es un caso especial, porque he venido de La Mojana, del Canal del Dique, de otras regiones, del San Jorge, de Ciénaga de Oro, mi Pueblo, que se inundó también; pero no habíamos tenido la experiencia de que el desastre es ocasionado por la misma infraestructura que se construye en el lugar.

Y todo parece indicar –habrá que investigar a fondo ya– que eso es lo que ha acontecido en Bosconia.

Que es una serie de infraestructuras que se han construido sin pensar en el riesgo, lo que hoy lleva a que las comunidades de Bosconia sufran.

La ANLA establecerá las causas y de ahí las demandas que hay que hacer, si estamos en lo cierto, las indemnizaciones que hay que pedir, etcétera. Ya habrá tiempo también para eso.

Prepararse para enfrentar lluvias

Hoy por hoy a mi Gobierno le corresponde afrontar una crisis climática real y diaria. Este sol apenas es un regalo por hoy.

Todas las predicciones que hace el IDEAM indican que hasta finales de diciembre seguiremos recibiendo lluvias torrenciales y desaparecerán poco a poco, disminuyendo su intensidad hasta el mes de marzo del año entrante.

Esto significa que en todo el país tenemos que alistarnos.

De los mil y pico municipios de Colombia ya 726 tienen afectaciones. La mayoría y en 280, 250, se ha declarado la calamidad pública en los municipios. Supongo que en Bosconia ya se hizo. Hay que declarar. Ya se hizo.

La calamidad pública solo permite algunos niveles de mayor intervención del municipio con sus recursos que, en general, son pocos, para paliar las primeras necesidades de la gente que en general es comida, a veces una cobija, un lugar dónde dormir.

Declaratoria de desastre natural

Pero ya la situación ha crecido tanto, que los municipios no pueden, ni los departamentos en sí mismos, solucionar con eficacia los problemas que se derivan del desastre climático. Le toca a la nación y también podríamos colapsar –hay que decirlo– si esto se intensifica de la manera como se está intensificando.

¿Qué vamos a hacer nosotros como nación? El lunes en el Consejo Nacional de Riesgo se declara desastre natural en Colombia.

La declaratoria de desastre nos va a permitir mover recursos que se presupuestaron por el anterior gobierno y que son del presupuesto de este año –lo que queda, porque estamos a final–, moverlos de partidas que no se están ejecutando, por ejemplo, hacia el objetivo de atender a la población en crisis.

Crisis por las inundaciones y crisis por el hambre.

Esperamos el lunes presentarle a la opinión pública el plan, que tiene ‘un cómo’ se financia y un ‘en qué’.

Cómo se financia es lo que nos queda del presupuesto, allí donde haya partidas donde no lo vayan a gastar en algún ministerio, en alguna entidad, para cualquier objetivo diferente a este, pero que ya no se ve que se va a ejecutar.

Vamos a sumar todo eso. Serán varios billones de pesos en el Fondo Adaptación y en la Unidad de Gestión de Riesgo. Tendremos entonces una mayor capacidad financiera, gracias a declarar la situación de desastre en Colombia, y se gastará fundamentalmente en lo inmediato, dependiendo de las regiones, que son diferentes unas de otras.

En algunas habrá que reubicar personas. Si es rural, en hacienda, en donde se pueda incluso comenzar una reforma agraria.

Si es urbana, pues ojalá, construyendo unos hábitats donde la gente pueda vivir mejor que antes, sin quebrar las bases de su propia economía. Porque a veces aislar a una persona de un arroyo o un río resulta que es casi que quitarle la comida de por vida.

Y esas relaciones económicas entre el ser humano y la naturaleza hay que mantenerlas, para mantener nuestra capacidad para sobrevivir.

En algunas regiones tendremos que hacer puentes.

Indumil en estos meses dejará de producir armas para ventas de civiles y empezará a producir puentes armables para intentar solucionar en parte los problemas que estas inundaciones van dejando en la comunicación misma de las personas.

Gente hacinada, a veces sin posibilidad de ir a comprar comida, como pasó en Uribia. Nuestro Comandante de las Fuerzas Militares cayó en el agua –él, que ya sabe cómo dominarla–, no le pasó nada fuera de mojar todo su uniforme de general.

Pero, cuántos niños por allí todos los días cruzando para ir a la escuela un arroyo crecido, no expusieron su vida, después de qué pasó allí la tormenta Julia.

El problema del hambre

En otras regiones hay otro tipo de problemas, la comida. Y este es un tema generalizado, ¿no? Después de un desastre, genera, lo que queda es la enfermedad, la comida y lo de fondo, la necesidad de volver a producir para poder sobrevivir.

Un plan contra el hambre en Colombia, que ya viene no simplemente galopando por las lluvias, las inundaciones, sino que venía de antes de la pandemia, que hizo crecer, no el virus, sino la política pública que no ha cuidado la hizo crecer inusitadamente el hambre en Colombia.

Y cuando estaba ahí, entonces ahora vino la época de lluvias para agravar.

¿Por qué hay menos comida en Colombia? Por la misma falta de tierras, hoy inundadas, y encima, como si se quisiera construir una especie de tormenta perfecta, todos los precios de los alimentos importados, muchos de ellos claves para producir alimentos en Colombia, como el maíz o como los fertilizantes, terminaron triplicando su precio por la caída de las monedas, por la crisis económica mundial y por la guerra, que es la causa de estos problemas. Todo junto.

En Colombia entonces tenemos problemas que vienen de afuera y problemas que vienen de adentro, y el resultado final es mucha hambre.

Hambre que en el caso de los niños y las niñas es irreversible, incluso en sus consecuencias, por su desarrollo, por su crecimiento, que quedan con vacíos e incluso en el desarrollo de su cerebro en los viejos, en las viejas, con organismos ya debilitados. Hambre que este Gobierno tiene que paliar, tiene que disminuir de alguna manera.

Hemos pensado en varios mecanismos.

Uno, que el PAE, del cual ustedes hablaron aquí, el niño que como un verdadero líder se expresó; el PAE tiene que llegar al 100% de los y las estudiantes, y tiene que mantenerse vivo, incluso cuando se acaben las clases escolares en el período de vacaciones.

Eso implica más plata para el PAE.

El ICBF tiene que saltar de sus enconchamientos para ubicar realmente el conjunto de la niñez que está en condiciones de vulnerabilidad hoy ante la desnutrición infantil. Y eso significa más plata.

Ingreso solidario

El programa de Ingreso Solidario, que (Iván) Duque creó en tiempos de pandemia y que se acaba este 31 de diciembre –no dejaron dinero para el año entrante–, lo vamos a transformar en esto que queda del año, de tal manera que una madre cabeza de familia, sola, madre de niños y niñas en la infancia, pueda recibir $500.000 mensuales, que creo –yo puedo equivocarme, ya la prensa hará las evaluaciones cuando esto pase–, genere la opción de que esa madre no solo salga de la línea de pobreza que dicen los estadísticos, sino que pueda llevar alimentación a sus hijos e hijas, protegiéndolas de la desnutrición.

Vamos  –claro, y esto es una plata–, vamos  a subsidiar los fertilizantes para alimentos en toda Colombia; aquí nuestros funcionarios del  Ministerio de Agricultura están haciendo cálculos para llegar a una cifra cercana de cuánto necesitamos, pero la idea es que, contratando una entidad capaz de hacer el cubrimiento nacional allí donde se producen alimentos –no estoy hablando de la palma africana, no estoy  hablando de la caña, de etanol, que hay que decir que ahora es de etanol; estoy hablando de donde se  produce maíz, donde se produce papa, donde se produce arroz, donde se produce yuca, dónde se producen frutales, etcétera, cereales, allí que, en general, quienes lo producen es la familia campesina, en primer lugar algunos medianos agricultores, algunos grandes quizás habrá.

Fertilizantes

Pero, independientemente del tamaño, todo productor o productora de alimentos en Colombia, ojalá, recibirán fertilizantes subsidiados a través del programa del Gobierno Nacional.

Esto costará una plata y debe tener un objetivo, uno, inmediato, y es que baje el precio de los alimentos en el supermercado.

Y otro más más allá, más pensando en lo que necesita Colombia para que no sucedan estas cosas, y es que aumente la rentabilidad de las personas, de las familias que se dedican a la producción de alimentos en este país, ojala, la mayoría mujeres, cuidadoras de la vida, ese incremento de la rentabilidad que tiene que ver con la tasa de interés cuando reciben créditos y que tiene que ver con los insumos para producir, como los fertilizantes que debemos mantener subsidiados, y aquí nos da a esta crisis una posibilidad de construcción permanente de política.

Eso debería aumentar la rentabilidad para producir alimentos en Colombia, de tal manera que quienes hoy lo hacen, puedan vivir mejor; y ojalá mañana, más gente de la que hoy produce pueda dedicarse a producir alimentos que llenen la canasta familiar de toda Colombia, y ojalá hasta pudiéramos exportar y empezar, enriquecernos al estilo que el pueblo trabajador se enriquece, es decir con dignidad y a partir del trabajo, con el producto de la tierra y del sol.

Estas son medidas, habrá otra ya el lunes.

Javier Pava, que es la persona que ha dirigido esta reunión aquí –Director de la Unidad Nacional de Riesgo, que será el centro de todo este programa–, lo dirá a la opinión pública, del plan que él ya está completando para ser aprobado en el Consejo Nacional de Riesgo del lunes.

Por tanto. tendremos unas partidas, unos recursos que hoy no tenemos. A veces me da pena, cuando he ido a La Mojana, cuando he ido a San Andres, a Providencia –fue el primer lugar que quise visitar–, cuando la gente le dice: “oye, una casita”. Y cuando uno va a ver ahí en las arcas del Estado, pues ya no hay forma de hacer una casa, toda la plata la invirtieron en unas casas de 600 millones que el huracán se llevó.

Pero ahora, con esta medida jurídica, es el decreto de desastre, podemos recoger –yo creo, espero–, los dineros que nos alcancen de aquí al 31 de diciembre. Ya el año entrante habrá otro presupuesto para financiar estos objetivos que aquí he presentado, para que se pueda hacer algún tipo de hábitat, o de reubicación en el caso agrario. sobre tierras secas. donde se pueda producir, para que podamos. sobre todo, tener comida de aquí al 31 de diciembre y solventar el primer problema, el hambre y la sed, el agua potable. Sin eso no podemos hacer, no podemos vivir.

Organización comunitaria

El PAE, el ICBF, el programa para sacar a la mujer cabeza de hogar, madre de la niñez, de la pobreza, a través de las transferencias bancarias, y algo que me parece muy fundamental y que creo que debería ser el mensaje central –lo he dejado de últimas– y es que al final de estos problemas, al final incluso de poderlos prevenir, como ustedes muchos han dicho, que se hubiera podido acá en el caso de Bosconia, es clave la organización popular. Cada uno por su lado, termina ahogado en el desespero, organizándonos, podemos generar soluciones.

Cuando hablamos del hambre, por ejemplo, porque hemos hablado aquí de los niños, hemos hablado del ICBF y del PAE, que es para los niños y los jóvenes, y hemos hablado de las madres cabeza de hogar, de niños y niñas, es decir de los niños, bien podría preguntarse, bueno y los que no somos niños ¿qué?

Y estamos aquí metidos en el mismo problema, en La Mojana había gente que hacía un año no podía producir una sola mata de yuca en sus propias tierras, desde entonces inundadas.

¿Y la comida como se resuelve entonces? Para poblaciones que no están en la escuela, que no están en el colegio, en el hogar infantil –y yo les voy a pedir a ustedes y a las comunidades en toda Colombia que ya han sido afectadas o lo van a ser de aquí en estas semanas que están por venir, ojalá a través de la Acción Comunal, que es como la forma organizativa, más generalizada en Colombia, podamos hacer contratos directamente entre la Unidad Nacional de Riesgo y la Acción Comunal, para que la Acción Comunal compre comida en el territorio, active la región económicamente y la comunidad organizada en el barrio, sea rural, sea ciudadana, pueda empezar a hacer en los territorios de desastre, en los territorios de hambre, ollas comunitarias al desayuno, al almuerzo y a la comida.

Es decir, que podamos tener los tres ‘golpes’, gracias a la organización comunitaria.

Si nosotros ponemos la plata, y este es un peso más que hay que poner en este fondo de aquí al 31 de diciembre, cuánto vale eso en el mapa del hambre en Colombia, que está tanto en las grandes ciudades como en los campos; que igual está en algún barrio popular de Bogotá como en el Chocó; que está en Valledupar pero también en Bosconia; cuánto vale el que las acciones comunales puedan organizar, ojalá con las mujeres del barrio, con las mujeres de la vereda, la posibilidad de que de aquí hasta que pase la emergencia y se pueda volver a los campos, se puedan tener ollas comunitarias para que la gente pueda desayunar, pueda almorzar y pueda comer libremente en su propio barrio.

Esta será una operación que va a vincular miles de acciones comunales, que va a vincular decenas de miles de mujeres que queremos que se organicen para que podamos decir, con ese dinero público, que el Estado pueda contratar directamente con Acción Comunal.

Aquí no va a ver licitaciones, aquí no se va exigir que no, que tienen que tener facturación electrónica y que tienen que tener el registro del Invima, porque ese tipo de mecanismos lo que ha hecho es que sólo los grandes supermercados sean los que pongan los mercados y que el campesino, la campesina, el pequeño, no pueda ni siquiera acceder aún contrato con el Estado, cuando en estos momentos es que más se necesita porque se necesita la comida y el dinero fluyendo en la ciudad.

Entonces, en todo el país, la Unidad Nacional organizará –lo pido aquí públicamente a todas las acciones comunales en donde está el mapa del hambre, es decir, donde está la pobreza–, que se alisten para contratar directamente con el Estado, las mensualidades que se necesitan para que sus barrios puedan tener una comida en la calle, en el parque público, donde se pueda, en la iglesia, si el padre lo ofrece; en el colegio quizás, pueda tener un espacio donde la gente más hambrienta, más necesitada, pueda acudir a desayunar, almorzar y a comer.

Esta será nuestra política, podríamos hablar de más, incluso de más largo plazo, en ANLA vendrá aquí y nos dirá si son esas canteras elevadas las que ocasionaron el problema al desbordarse, porque se convirtieron en embalses no buscados de agua que se acumuló, pero está arriba y entonces cualquier accidente, cualquier aguacero, rompe la barrera y cae esa agua como si fuese un embalse que se desploma sobre la ciudad.

Pude ser también, que se han tapado los caños, en muchos lugares de Colombia los terratenientes, han acabado con la ciénaga, los humedales, los caños y eso provoca el desastre, porque el agua fluía antes a sus lugares naturales y ahora no puede, y por algún lugar fluye porque busca el camino. Solo que ese nuevo camino puede arrasar con la vida de los niños, de las niñas, de las mujeres embarazadas, solo por no cuidar los equilibrios que había antes con la naturaleza. Esa será también una tarea de la Unidad Nacional de Riesgo.

Muchas veces los alcaldes, y lo digo para toda Colombia, ya tienen su grupo de contratistas. Cada desastre entonces le dicen al Gobierno Nacional, mire, hay que levantar el muro. Este contrata; dame la plata. Y se hace el muro.

Y vuelve y ocurre el desastre, porque el muro no era la forma como había que contener el agua, el agua siempre vence, que era otro tipo de ingeniería pero que entonces cómo va el ‘CVY’.

Entonces es más fácil contratar rápidamente al contratista que lo va a hacer mal, porque después va a ser una repartija, y entonces si usa el desastre para robar, cual vampiros, lo hemos visto en todas partes por donde hemos pasado, se nos presiona que tenemos que hacer tal obra que vale billones y que resulta que simplemente recuperando el humedal, recuperando el caño, podría solucionarse de manera mejor.

Miren ustedes una experiencia, el Canal del Dique. Todos decían que se iba a inundar. Cuando yo llegué allá, ya decían, mañana se inunda; por favor firmen el contrato para elevar unos muros.

Y vino la tormenta, que se volvió huracán, y pasó por ahí, y no se inundó, y entonces la pregunta, ¿qué es buena experiencia? Porque de eso se aprende. ¿Por qué no se inundó el Canal del Dique, si pasó la tormenta que se volvió huracán con grandes cantidades de agua por encima regándola? Porque un embalse que había sido hecho para otra cosa, El Guájaro, en el sur del Atlántico, recibió el agua.

Es decir, que el Canal del Dique, no inunda si se hacen embalses e inundaciones controladas en ciertos territorios, claro, ahí viene la pregunta, y quién es el dueño de esos territorios, que no deja, por ejemplo, que se dejen hacer esas inundaciones que no van a afectar a nadie y si van a beneficiar a quienes de otra manera les cae la inundación encima de la casa.

Son soluciones que la ingeniería permite, que es el manejo, que es convivir con el agua, no ver el agua como el enemigo, que no lo es. Es el ser humano el que ha tratado mal el agua y por eso a veces se nos devuelve, como si fuese una venganza.

Pero si se convive con el agua, si se le deja el espacio al agua, si nuestra ingeniería y nuestras maneras de producir y de vivir se adaptan a estar con el agua, el agua no nos va a matar. El agua nos va a ser es vivir, porque sin agua no hay vida.

Cómo manejar esa agua en el Caribe colombiano adonde llegan todas las aguas de Colombia, y por tanto se producen estos hechos. Cómo regular esa agua, de tal manera que muchas partes de la tierra no sean simplemente para grandes latifundistas, en donde no hacen nada encima de la tierra, sino que pudieran ser en parte zonas de inundación, nuevas ciénagas, nuevos humedales, nuevas posibilidades; en donde se guarde el agua del invierno y se pueda usar en el verano para producir comida cuando llega la sequía.

Eso obviamente no lo puede hacer una comunidad sola en un lugar, hay que planificarlo. La comunidad de todo el Caribe debe adquirir más poder para que los dineros que aquí urgentemente se invierten no terminen simplemente, de urgencia en urgencia, con el mismo problema siempre, sino que puedan también financiar, no las obras de la corrupción, sino las obras que garanticen un mejor vivir en todo el Caribe colombiano.

Aquí hemos hablado ya de varios temas, unos para acá, otros para otras regiones de Colombia.

El lunes nos pronunciaremos más profundamente sobre el plan y de aquí al 31 de diciembre, ministros y ministras, funcionarios públicos, uniformados o no, se concentrarán en atender lo urgente. Que ojalá no muera más gente, que la gente tenga comida y que tenga un lugar seco donde vivir.

El año entrante ya entraremos a lo que llamamos la adaptación de la crisis climática, que es que estas cosas no nos sigan sucediendo año tras año, sino que podamos prevenirlas y podamos mitigarlas, en lo que podría ser una Colombia Potencia mundial de la vida, no una potencia mundial de la muerte. Una Potencia mundial de la vida, que es el objetivo de este Gobierno del Cambio.

Les agradezco a todas y todos ustedes, a la comunidad, a las comunidades indígenas que se han hecho presentes; a la niñez, que aquí se expresó con ganas y con brío; a las mujeres que hoy veo son mayoría en este lugar, como cuidadoras de la vida que son; a las autoridades locales, que ojalá podamos sintonizarnos bien, porque esto que viene es duro, no solamente será en Bosconia; en buena parte del Cesar, de La Guajira, del Magdalena.

Y muchas regiones más van a ser muy afectadas y aquí se necesita trabajar juntos. Que unos son uribistas, que otros somos progresistas… Pues nos tocó juntos, porque el agua va por encima de todos.

Así que organización popular, alisten las acciones comunales, que unas son buenas, que otras no. Aquí nos toca rápidamente para contratar y organizar las ollas comunitarias para que llegue el dinero a la gente que tiene hambre en Colombia.

Gracias, muy amables.

(Fin/dlg/zia/pm/ndc/jdg/gta)

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