Inicio de sesión

Discurso

Palabras del Presidente Gustavo Petro en la instalación del XXXIV Congreso Nacional de Exportadores y la entrega del Premio Nacional de Exportación 2022

Foto: Presidencia de la República

Presidente Gustavo Petro en la instalación del XXXIV Congreso Nacional de Exportadores y la entrega del Premio Nacional de Expor

​​Medellín, 8 de septiembre de 2022.

Me queda como secuela de una gripa terrible la tos. Entonces, quizás, estas palabras van a estar bastante interrumpidas. 

He tomado nota, digamos, de las intervenciones, las cuatro que escuchado y tendría que decir alrededor de estas intervenciones lo siguiente:

Indudablemente, el tema misión –que trajo a colación Javier (Díaz Molina, Presidente de la Asociación Nacional de Comercio Exterior –Analdex–) leyendo apartes del libro de la señora (Mariana) Mazzucato (economista italo-estadounidense, autora del libro El Estado emprendedor. Mitos del sector público frente al privado) nos reenvía a un quiebre de paradigma, porque la señora no es una economista ortodoxa.

Un cambio de paradigma, en el caso colombiano –de cómo, casi en las últimas cuatro décadas ha sido manejado el país, desde el punto de vista de la política económica–, porque una misión implica Estado, lo que ella está diciendo es que el Estado genera valor.

Y eso ya es un cambio de paradigma, porque nos habíamos acostumbrado, no solamente en Colombia, sino una buena parte del mundo, a pensar que el Estado quita valor, qué es desechable, que debe reducirse al máximo.

De ahí el cambio de paradigma. Si el Estado genera valor y lo genera alrededor de liderar un esfuerzo plural, que es la cápsula por la que va la misión, implica, también, planificar. 

Hay que planificar qué misión. La famosa metáfora que coloca la economista es la misión Apolo, de la que calca este tipo de concepto. Es la NASA, qué es el Estado, planificando cómo se puede llegar a la luna. Y cada tornillo, cada parte de ese vehículo, pues, es todo un concatenamiento Industrial que implica muchísimos sectores privados que se juntan, se articulan en la misión qué propone el Estado.

Está Visión es muy diferente a lo que ha pasado con nosotros, porque nosotros, lo que hemos hecho es, más o menos, un dejar hacer, dejar pasar, cómo Estado.

Y nos ha llevado a unos resultados, el que –como aquí Javier mismo lo dijo en sus en sus estadísticas– siendo América Latina poco exportadora en el mundo, con un promedio per cápita de USD 100.000, Colombia ni siquiera está en el promedio latinoamericano, sino que está en USD 42.000.

Es decir, somos un país con un sesgo no es portador, casi parecido a los países que no tienen mar y habría que hacer la comparación estadística, entre otras cosas. Si nos comparamos con Bolivia, me da la impresión de que Bolivia podría superarnos en el per cápita, a pesar de exportar carbón y petróleo, a pesar de haber sido el quinto exportador mundial de carbón.

No estamos exportando, literalmente. Obviamente hay unos ejemplos, hay unos nichos que se han podido mantener del pasado, como el café, el banano y las flores, más recientemente, y hay unos esfuerzos que indudablemente, casi que podríamos calificar de heroicos en términos de industria de valor agregado, pero que no llegan a la cuantía de tres dígitos, cuando se habla de millones de dólares.

Entonces tenemos un problema, indudable. No puede ser considerado más que como un problema que lleva décadas, porque esto no es un fenómeno del gobierno pasado, es un fenómeno estructural de la economía colombiana.

Y habría que hacerse la pregunta: ¿Por qué? Si no, no tiene sentido el debate político y académico. ¿Por qué Colombia, a pesar de una posición privilegiada, como siempre los enseñan en los colegios de primaria, con dos piernas, una en el Océano Pacífico y otra en el Atlántico no exporta, prácticamente, como el resto del mundo?

El astillero de Cotecmar

El concepto de Misión –vuelvo a él– lo recordé viendo una experiencia, precisamente, hecha por el Estado. No muy publica acá, yo no la conocía, por lo menos, pero quise, cuando me enteré su existencia, ir personalmente a conocerla, y se ubica en Cartagena, y la realiza la Armada Nacional, digamos las Fuerzas Militares en la facción de la Armada, y es un astillero. 

Ese astillero, Cotecmar (Corporación de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo de la Industria Naval, Marítima y Fluvial) es un hombre, que pertenece a la esfera, entonces, entre el Ministerio de Defensa, pero tendría que articularse muy bien el Ministerio de Transporte, en esta experiencia. 

¿Qué ha hecho? Al cabo de varios años, desde el año 2000, para la fecha, dos décadas, ha, progresivamente, planificado el aumento de la capacidad para producir embarcaciones, que comienza con unas pequeñas lanchas, así fue al comienzo, y hoy –y le voy a dar el impulso a ese proyecto por lo que representa, no porque me gustan las armas, sino por lo que puede significar en términos de misión, como un ejemplo– la construcción de la primera fragata made in Colombia.

De hecho, vamos a inaugurar en cuatro meses, ya está a punto de terminar, el primer buque de investigaciones científicas oceánicas hecho ahí en el astillero de Cotecmar, en cuatro meses le daremos la… Quizás, eso vuelva más publicó el asunto, más mediático. 

Al ser un buque investigador, que, entre otras, hace parte de un esfuerzo de investigación propia colombiana, puede ir a la Antártida, se diseñó para eso, y (para) hacer investigaciones del océano con laboratorios que están dentro del buque, pues tiene más o menos 80 kilómetros de cableado para manejar los softwares y los sistemas dentro del buque, 80 kilómetros. La fragata necesitará 450 kilómetros de cableado al interior de la estructura.

Y esto es lo que se llama una misión. O sea, misión, hacer una fragata ¿Para qué? ¿Cuál es el sentido? Es una fragata. No es que nos vaya a servir de mucho. No es propiamente la capacidad militar lo que se está ensayando ahí, sino es la capacidad técnica de un organismo del Estado para desarrollar, mediante un proceso Industrial planificado, intensivo en conocimiento –la mayoría de los hombres y mujeres allí metidos en ese proceso, en un edificio diseñando la fragata son jóvenes, con diversas profesiones, una especie de condensación del saber en una máquina– una fragata. 

Y ahí entonces, se necesitan soldadores, piezas de aluminio, ingeniería de software, un concatenamiento de empresas privadas que se van organizando y jalonando alrededor de un proyecto público: hacer una fragata. 

Eso es lo que yo llamo una misión o creo que es la interpretación que podríamos sacar del libro.

Ahora, el hecho de hacer la fragata o ya, el buque, ha generado una fama en el medio de quiénes hacen barcos que ha llevado a Cotecmar a exportar pequeñas embarcaciones a países centroamericanos, antillanos. 

La fragata le dará un impulso mayor. Y aquí, entonces, el porqué de hacerlo. No solamente aumentamos capacidad técnica. Es decir, decirnos somos capaces de hacer una fragata.

Cada empresario, más o menos, no es fácil, ¿cómo hago estás máquinas que estoy usando? No es fácil, porque el empresario individual no lo va a poder hacer. A duras penas las compra, a duras penas se entera de que existen las máquinas, porque hay una fractura de la información tecnológica muy grande en el país, pero le toca a un estado pensar cómo podemos hacer las máquinas, porque en eso consiste el desarrollo. Son la condensación del conocimiento plural.

Una simple máquina automática para hacer ¿cómo se llaman? Los parches en las confecciones, que puede hacer 20 veces al mismo tiempo, automáticamente, generalmente se importa de Japón o de Francia. 

Esa máquina, cuando uno la va a ver, si pudiera desarmarla, tiene una enorme cantidad de conocimientos especializados diferentes que se acumulan, se juntan y se plasman en algo que se llama una máquina automática.

Nosotros no hemos llegado, casi, a esos niveles. Esto lo pongo como ejemplo de que podemos. 

Pero, en general, el Estado abandonó ese papel rector por ideologías, fundamentalismos, el gran paradigma, hoy, prácticamente de ruido que recorrió todo el mundo, si se deja actuar libremente el mercado se maximiza el bienestar. El famoso modelo de León Walras (economista y matemático francés, famoso por ser el fundador de la escuela de pensamiento económico conocida como el Marginalismo), vuelto política, vuelto dominante, hecho para ver si el mercado podría ser eficaz para un país o para un sector, entre las empanadas y los cañones o los panes término reproducido como una ideología que copaba completamente la existencia del ser humano en todos los rincones del planeta y, durante 40 años, hemos usado se paradigma en Colombia.

Por eso no exportamos, porque ese paradigma, en la práctica, en lo concreto, lo que va determinando es que los países se especializan en el mercado mundial de acuerdo a sus ventajas –ojo– naturales. 

Para que uno salga de las ventajas naturales y entre a otras ventajas, a las que podemos exportar una fragata, por ejemplo, ya no podemos hablar de ventajas naturales solamente, que son necesarias, sino que hay otras ventajas que hay que construir.

Pero esas ventajas para construir tienen un papel y un eje central qué es el Estado. Si la Estado abandona ese papel estamos es, simplemente, en las ventanas naturales. 

Y las ventajas naturales, ¿qué han hecho en Colombia? 40 años, largo plazo, ciclo de (Simón) Kuznets (economista nacido en Járkov, Ucrania y nacionalizado estadounidense, obtuvo el Premio Nobel de Economía en 1971 por sus empíricamente fundamentadas interpretaciones del crecimiento económico), como dicen, no es simplemente un hecho coyuntural son hechos estructurales. Nos volvimos a exportadores de carbón, petróleo y cocaína. 

¿Y, todo lo demás qué? Incluido el café, que era un éxito, se redujo a la mitad y todo lo demás está en el margen 

¿Ese es el camino de Colombia?  Claro, la guerra de Rusia-Ucrania nos lo profundiza, pero eso no tenemos que verlo con mucha alegría, porque, además de que es coyuntural, que se va a evaporar, porque esa guerra no va a ser eterna. No son tontos los eslavos para hacer una guerra eterna entre rusos y ucranianos perdiendo ambos. Una vez se disipe esa guerra volvemos a la realidad.

Y es que esta guerra nos hizo retroceder en términos de vida. No solo por la guerra, sino porque hizo retroceder a todo el mundo en su ritmo para descarbonizar las economías.

Si no descarbonizamos las economías, ¿qué pasa? Ustedes, nosotros los viejos, los jóvenes, morimos.  Eso es lo que dice la ciencia. Es que ya no nos estamos enfrentado a un dilema económico, como el teorema de Walras, de si panes o cañones, estamos enfrentados a una crisis de la existencia humana.

Por primera vez, racionalmente, entendida por la especie humana, podemos extinguirnos todos.

Estos virus qué nos van a quejando y nos han puesto a crisis humana, todos lo hemos pasado, yo creo que no hay familias que haya sufrido en estos meses. Esa crisis, que es mundial, no es solamente colombiana, es, simplemente los preámbulos de lo que se está desencadenando contra nuestra existencia por un uso, que la ciencia dice, dejemos de usar petróleo y carbón.

Estado, sociedad​ y empresa privada 

Entonces yo traigo esto a cuento, porque eso fue, precisamente, lo que al dejar funcionar el teorema de Walras en la mentalidad política económica de Colombia, los 40 años, fue a lo que llegamos: petróleo carbón y cocaína, y nadie quiere eso. Y cada día que pase, más adelante, nadie lo quiere, cada vez más, no queremos eso, el mundo diciéndonos que nuestro soporte económico hecho en los últimos 40 años no sirve.

Y, entonces, ¿qué hacemos? ¿Nos quedamos quietos? ¿O nos vamos a la teoría de Mazzucato? ¿Y empezamos a proponernos unas misiones con un Estado generador de valor que vuelve adquirir una importancia central?

Es Estado, sociedad y empresa privada. No es empresa privada sola. No es Estado solo, como otros sistemas económicos lo hicieron en el pasado. Es Estado, sociedad y empresa privada.

Ahora, ¿qué misiones? Propone, Javier, la de exportar. Y aquí tengo mis dudas. Digamos que es el ejemplo de la fragata de la Armada, o sea, para llegar a la fragata y lograr ya exportar ciertos navíos medianos hubo que construir una capacidad productiva. 

Esa capacidad productiva no es solamente los rieles, los sistemas propios de un astillero, sino una serie de conocimientos, cerebros que se entrenaron, centenares. Yo tenía el número exacto de cuántos hicieron el buque de investigación oceánica, eran casi 400 personas si mi memoria no falla, 400 expertos en diversos temas, y expertas, un desarrollo del conocimiento.

Entonces la producción está antes de la exportación, desde Perogrullo. O, ¿qué exportamos? Lo que se produce.  Puede que sean servicios etéreos, inmateriales, como un software. O puede que sea cosas materiales, como camisas, pantalones, pero hay un proceso productivo antes.

Y, entonces, la pregunta para volvernos exportadores, el requisito para volvernos exportadores es, ¿producir?

Y, entonces, sí me atengo a este tema de la producción –por eso no me gusta mucho la palabra competitividad, es ideológica, que nos ve como si todos, las naciones y los seres humanos estuviéramos en una carrera de caballos a ver quién gana. Y los seres humanos no somos así. Los seres humanos, solo estamos vivos en este planeta y hemos logrado el puesto en este planeta que tenemos siendo solidarios, sino nos hubiéramos extinguido, entre otros, varias tesis nuevas, pero no me debo meter en esos temas, porque la tos no me lo va a dejar. Aunque a veces, el antídoto contra la tos es meterse a las discusiones conceptuales–, entonces, la palabra clave es productividad, un país exporta más que otro porque es más productivo.

¿Por qué los coreanos? –que siempre es el ejemplo que pongo, porque me gusta, porque hay un lazo de sangre con Corea– Entonces, 70 años antes fuimos a defenderlos –creímos nosotros– y éramos dos veces más ricos, y 70 años después, hoy, ellos son seis veces más ricos que nosotros.

¿Qué pasó? Sí vamos a hablar de producción, o sea, ¿cuál es en estos 70 años, lo que ellos hicieron bien? ¿Lo que nosotros hicimos mal? Para intentar corregir el camino. 

La reforma a​​graria

Bueno, yo me pongo a leer a Corea. ¿Cierto? Un poco. Ya hay un libro que recomiendo, en español, del Fondo de Cultura Económica, del balance económico coreano del sur. Y, primer capítulo, primer capítulo del libro hecho por coreanos, economistas coreanos, reforma agraria. Ese es el primer capítulo. Así comenzaron.

Y aquí, entonces, se desató una discusión que se planteó en los discursos. Entonces, ¿no hacemos reforma agraria? ¿No nos atrevemos? ¿Dejamos las cosas como están? ¿Pensando que son normales? 

El almendrón de la violencia. ¿Qué tiene que ver la reforma agraria con la industrialización qué en Corea le funcionó bien? 

Pero no solo Corea, a los chinos les funcionó bien, y a los japoneses les funcionó bien, y a los rusos les funcionó bien, y a los franceses les funcionó bien, y a los norteamericanos les funcionó bien.

Entonces, ¿por qué nosotros no la hacemos? ¿Por qué? ¿Afectamos la propiedad privada? 

Pero si la mayor parte de la tierra, excepto la que se produjo con cédula real por la conquista española, no tiene títulos reales. Ese es uno de los problemas. ¿Cómo llegar a tener una certeza, llamada, por ustedes, jurídica, en relación a la tierra? No la tenemos, porque fuimos un país conquistado.

Ahora, yo le diría, tratemos de lograr una seguridad jurídica alrededor de la tierra de manera equitativa. ¿Para qué? Para producir en los 22 millones de hectáreas fértiles que tenemos. Ese es el paso uno de la industrialización y del despertar de un aparato productivo. 

¿Las personas que tienen la tierra hoy están dispuestas a producir alimentos en 22 millones de hectáreas fértiles? ¿O tenemos un problema? Porque ningún país del mundo moderno tiene 22 millones de hectáreas que sean fértiles, planas, etcétera con agua, botadas. Menos hoy. Tener 22 millones de hectáreas fértiles y dejarlas como potreros, eso se llama feudalismo, no capitalismo.

Nosotros tenemos que hacer una reforma si queremos industrializar a Colombia.  que esto. No es un tema de la noche a la mañana, obviamente, porque bien lo dirán, ¿Y de dónde sale la financiación para producir en 22 millones de hectáreas si nosotros solo usamos cinco? Estamos hablando de 5 veces más. 

Y, ¿de dónde salen los paquetes tecnológicos? ¿Y el saber hacer?  ¿Y las máquinas para producir? ¿Y los distritos de riego? ¿Y el acompañamiento del Estado? Pues tendría que salir del Estado.

Sí yo hago cálculos de valores de eso –que no se puede hacer un año, pero es una misión. ¿Cierto? Una misión–, casi que les podría decir que hubiera salido más barato hacer una reforma agraria en Colombia que todo lo que los norteamericanos han regalado en dinero para lanzar el insumo del glifosfato, y luchar contra las drogas.

Si hubiéramos hecho una reforma agraria nosotros no seríamos narcotraficantes. Igual que Medellín –me apresuro, de metiche, en la discusión que tienen ustedes dos (el Alcalde de Medellín, Daniel Quintero; y el Gobernador de Antioquia, Aníbal Gaviria), en donde no me han llamado, pero de metiche–, yo diría que crece esa violencia en esos años 90, narcotráfico, obviamente, porque se destruyó el aparato industrial de Medellín, que se había basado en las confecciones, los textiles, etcétera. Eso entró en caída y la ciudad quedó sin plataforma económica sobre la cual sostenerse y entró en esa crisis. La reemplazó el narcotráfico.

En esto –metiche que soy–, indudablemente, donde hay desigualdad social, evidentemente, puede haber narcotráfico, porque es una salida a la desigualdad y a la pobreza, ilusoria, tonta, porque al final todo se vuelve muertos, cómo efectivamente ya vivimos los colombianos la experiencia, pero está ahí como un factor económico.

Entonces, producir es fundamental y la producción comienza por la agricultura. Si nosotros producimos en 22 millones de hectáreas fértiles, sin pensar en expandirnos más, porque tenemos a dónde expandirnos. 

Es más, de acuerdo con el Banco Mundial, la única región del mundo que puede expandir su frontera agraria es Colombia y Venezuela, en la altillanura. El tamaño de la altillanura colombo-venezolana es como Ucrania. Con una ventaja sobre Ucrania, tenemos más agua, y con una segunda ventaja sobre Ucrania, Ucrania, si ustedes miran el mapita, y de ahí la guerra, Turquía cierra el estrecho de los Dardanelos y dejó fregada a Ucrania, no puede salir por el mar, le queda el mar Negro como mar interior.

Nosotros tenemos en la altillanura, sí hiciéramos el ferrocarril, tenemos el Océano Pacífico a un lado y el Océano Atlántico al otro lado del mundo. El mundo hambriento, además, porque la crisis climática produce menos nutrientes por hectárea y menos hectáreas fértiles, en el mundo. Una oportunidad si nos decidimos con audacia, con audacia, a hacer el cambio por una economía descarbonizada, porque adquiriríamos ventajas, ya no naturales, sino comparativas, adaptativas, le dicen los economistas a eso.

La educaci​​ón

Es decir, ventajas construidas, no solo a partir de nuestras ventajas naturales, sino a partir de construir la ventaja que no es más sino conocer más. La ventaja se construye conociendo más. 

Es decir, si queremos ver cómo compiten los países con esa palabreja, los países compiten por sus cerebros, por la calidad de la educación, que no se adquiere, en mi opinión personal –tema a discutir– poniendo a los profesores a hacer pruebas ni exámenes, sino llevando a los profesores con pago del Estado, a los profesores y a las profesoras, a aumentar sus conocimientos en universidades del país, en posgrados, en doctorados, en magíster o fuera del país.

Llevando estudiantes fuera del país, con la condición de volver, aumentando los acumulados de saber en Colombia, expandiendo las coberturas de la educación superior para que, por lo menos, la totalidad de la juventud pueda entrar a los ciclos de la educación superior.

Si ustedes, vuelvo, y cogen a Corea, ya no solo en el tema de reforma agraria, que ellos la hicieron, y nosotros no, sino en el tema del conocimiento. ¿Ellos que hacen? En su fase, ¿qué hacen? Reforma agraria, industrializan, empiezan a imitar, incluso, ilegalmente, a piratear, van y meten todo el esfuerzo en el conocimiento. 

Y hoy, ¿cómo es el conocimiento en Corea? Nuestros hermanos de sangre. El promedio en Corea es una persona con pregrado y con especialización, el promedio.

¿Cuál es el promedio en Colombia? No termina el bachillerato. Hágame el favor. En 70 años, eso fue lo que pasó. 

¿Y por qué los coreanos se volvieron tan educados y nosotros no? Por decisión política, decisión política que podemos construir a lo largo de los 70 años. No, no les voy a echar vainas a los expresidentes. Fueron decisiones políticas. Solo hasta el 91 hubo una Constitución que dijo que los ingresos para la educación tenían que crecer más que, proporcionalmente, los ingresos corrientes de la nación, solo hasta el 91. Y ese artículo lo quitaron. averigüen ustedes qué expresidentes, de manera transitoria uno, y de manera permanente el otro. 

Ahí se dañó la educación. Las posibilidades de Educación en Colombia. Tuvimos que meter 50 niños en cada salón, nunca más se pudieron reponer los pupitres, las escuelas se fueron cayendo, las maestras y los maestros tenían que caminar, como muchas fotos de los medios los publican, no se volvieron a hacer sedes universitarias, hasta las de la Nacional se empezaron a desplomar en la ciudad de Bogotá.

Nos creímos, incluso, en una conferencia parecida a esta, una vez fui, y un invitado, de esos gurús venezolano, no existía Chávez en ese momento, lo invitaron y entonces dijo –(Ricardo) Hausmann, creo que se llamaba–: para que vamos a conocer si podemos importar el conocimiento, dijo él –pero que no haya sido Hausmann, pero ya, la memoria no me deja, no quiero mal interpretarlo–. Sí otros investigan lo que tenemos que hacer, dijo él, es importar lo que ellos investigan.

Por ese camino, ahí tienen a Colombia y ahí tienen a Corea. Corea no siguió ese camino.

Y, obviamente, que la educación superior es otra misión, porque no solo lo hace el Estado, pero el Estado tiene hay un papel protagónico. Si no logramos jalonar conocimiento, si no hacemos una reforma agraria, si no le quitamos otros problemas sucesivos, el Estado, a una serie de círculos de poder privilegiados, económicos y políticos, y hasta ilegales, en muchos casos, como he denunciado, el país no logra un sendero industrialización.

Y si no logramos eso, no vamos eliminando el sesgo antiexportador. Por eso, yo llamaría, antes de exportación, ver producción, porque al final, podemos lograr transformaciones en aduanas, etcétera. Pero cuando bajo saber la capacidad de exportación del país nos encontramos con una cáscara de huevo vacía y hay que llenar eso, en mi opinión, en producción.

Entonces, claro, para un grupo de empresarios, dada la dominancia de un pensamiento económico durante 40 años. Yo creo que sí yo llego un semestre de la facultad economía me asustó de lo que están enseñando si lo comparo con lo que yo aprendí hace ya un tiempo largo, de esos 40, yo salí en el 82, o sea han pasado 40 años, nosotros aprendimos unas cosas, nosotros aprendimos que la economía no era un pensamiento homogéneo era una gran discusión plural, con tendencias radicales, ortodoxas, etcétera.

hoy solo es un pensamiento que se cree científico y se derrumbó ante la crisis climática. 

Pero el mundo empresarial se ha criado en ese pensamiento, vía asesores, vía medios de comunicación, vía ministros de Hacienda, etcétera, se han criado en ese pensamiento que hoy hace agua, como el de creer que el Estado no sirve, como el de creer que esto para qué impuestos, como el de creer que la planificación no se necesita, qué es el mercado el que asigna eficientemente los recursos, como el creer que el mundo es así es así, punto. Y no lo podemos variar.

Y resulta que vamos camino a la extinción. No nos habíamos dado cuenta hasta que la ciencia empezó a golpear y hablar cada vez más duro y ciertas voces empezaron a replicar eso que decía la ciencia.

Dentro de la sociedad colombiana hemos tenido un pensamiento económico que se ha equivocado. Y como no se trata de, simplemente, mover las heridas del pasado, entonces, hay que cambiar, tenemos que cambiar.

No es fácil, porque en los caminos que tenemos por delante son altamente inéditos, pero hay que hacerlo y el empresario, no solo es el Estado el que tiene que cambiar, no solamente es la capa política que dirige el Estado la que tiene que cambiar, no solamente la sociedad la que tiene que cambiar, que ya ha dado sus gritos electorales para ello y su movilización social.

El empresariado, también, tiene que cambiar. Si aquí hay empresarios exportadores, yo le digo, deberían ser defensores de primera línea de una reforma agraria. Si aquí hay empresarios industriales, yo les digo, tendrían que ser defensores de primera línea de una reforma agraria. 

Las rentas, no las ganancias trabajadas, sino las rentas no trabajadas, en Colombia pululan las transferencias de riqueza, no la generación de riqueza. 

Entonces tenemos una cuna de generación de riqueza pequeña, raquítica, existe, pero es pequeña, y unos grandes transferidores de esa riqueza hacia otros sectores, donde origina la riqueza. 

Costos de energía eléctrica, costos financieros, por poner un ejemplo. No me voy a ahondar aquí, porque sería materia de otro debate. Si nosotros queremos industrializar el país tenemos que reducir las rentas en el concepto de transferencias de riqueza no ganada y por encima de lo normal.

Si los costos de energía en Colombia son los más altos de América, el aparato industrial colombiano está pagando una renta. Está transfiriendo riqueza también. Si los costos financieros son más altos de lo normal –claro, alguien dirá: ¿Y qué es lo normal? – estamos transfiriendo riqueza. El año pasado, el sector financiero obtuvo 14 billones en utilidades, todo los demás, en rojo. ¿Qué es eso? transferencia de riqueza no generación de riqueza. 

Luego, hay que tener una actitud más activista, que es posición política, indudablemente, alrededor de lograr que Colombia pueda crecer productivamente, en la producción real en la generación de riqueza.

Y eso tiene dos grandes capítulos: agricultura e industria y sus intermedios. Podemos lograr otras palancas, como el turismo, que yo sí creo, Colombia es el tercer país más bello del mundo, ventajas naturales. 

Podemos lograr más hacia el futuro solo si hacemos el esfuerzo del conocimiento como sociedad. Para eso se necesitan impuestos. No los voy a amargar con los datos que hoy tengo de situación fiscal colombiana, mucho más grave de lo que imagino la prensa que transmitía esas noticias, mucho más grave.

Pero de ese hueco no podemos salir si no es conjuntamente, con dos responsabilidades, en donde se pueda pagar impuestos, pagarlos y el Estado garantizar que el dinero esos impuestos no termina en el robo familiar de las familias políticas de Colombia o en los lavados de activos, sino que no hay exactamente a las palancas que nos permitan la generación de la riqueza en Colombia.

Bueno. 

Gracias.

Muy amables por haberme escuchado.

(Fin/gaj)

Audio

Video​