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Discurso

Palabras del Presidente Gustavo Petro durante el IV Congreso internacional contra el tráfico de fentanilo, sustancias químicas y nuevas sustancias psicoactivas, en defensa de la vida

Sitios de fiesta colectiva deben tener puestos de salud pública para detectar el fentanilo: Presidente Petro

Foto: Leo Queen - Presidencia

IV Congreso internacional contra el tráfico de fentanilo, sustancias químicas y nuevas sustancias psicoactivas - NSP, en defensa

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Medellín, 14 de septiembre de 2023.


Sobre el fentanilo hemos hablado algunas cosas, pero, indudablemente, tenemos que reconocer nuestra ignorancia en un tema que entra en el escenario de la humanidad contemporánea apenas hace un corto y breve tiempo. 

De las circunstancias en que aparece el proceso que se ha venido tomando, sobre todo en los Estados Unidos, aprendemos. 

No habíamos conocido este tema hace tres años, y promete cambiar sustancialmente la manera de pensar el tema de las drogas. 

Voy a ligar un poco esto de cómo puede cuestionar las políticas que tradicionalmente se han tenido. El comportamiento en Colombia, geográficamente hablando, incluso, y me atrevería a decir que el fentanilo no se puede abocar exclusivamente desde una visión policial, que no puede ser eso. 

Es parte, pero tiene que tener un concepto mucho más integral para que podamos alcanzar alguna efectividad, porque el tema de las drogas cada vez toca más, la antropología, la economía indudablemente, los procesos económicos y las estructuras mismas de las sociedades, las culturas, incluso. 

Por eso la visión antropológica podría acercarnos mucho más a mirar estos temas con eficacia. 

Ha pasado tiempo en el que las sociedades humanas, de alguna manera u otra, han estado vinculadas a algún tipo de lo que hoy llamaríamos drogas. Las sociedades de entonces no las llamaban así. Por poner solo un ejemplo, el vino recorre buena parte de la civilización mediterránea y de la sociedad cristiana, hasta llegar a nuestros días. 

Una vez pregunté como parlamentario si el alcohol podría considerarse un psicoactivo. La verdad es que la persona que estaba al frente no me supo explicar muy bien y yo me quedé con la duda y todavía la tengo. 

Pero, indudablemente, si cogiéramos un ejemplo como el vino, que aparece incluso en el acto central de la Biblia, no es lo mismo ver el vino y aquí la mirada antropológica en una eucaristía, en una comunidad, en una comunión, como se dice en español, en una actividad festiva al estilo romano o griego, después de las batallas, después de los triunfos con que se agasajaban ellos mismos, festejando sus victorias según cuentan los relatos, las historias. 

Y no es lo mismo mirar ese consumo, pero en un cuarto encerrado, una sola persona, solitaria, tomándose una y otra vez una botella tras otra sin cesar, quizás hasta morir. No podríamos calificar, siendo la misma sustancia, lo que vemos en un escenario comunitario que lo que vemos en un escenario solitario, siendo la misma sustancia. 

Y esto lo traigo a cuento porque si nos venimos a la actualidad, después de siglos de este tipo de historias, incluso, de un pasaje en la historia de los Estados Unidos, que nosotros vemos es por películas, la decisión de prohibir el whisky y la decisión de legalizarlo en una temporada que  causó en Estados Unidos muchísimos muertos y el surgimiento de algo que ya venía de atrás y no voy a tratar aquí de profundizar en algo que no he estudiado mucho que es la estructura de la mafia en los inicios, allá en Sicilia.

El que aparezca un poder asegurador, privado, en donde no hay Estado y en donde no hay mercado, que es lo que uno podría llamar la familia típica del padrino siciliano, etcétera. No, lo cierto es que se potencia en Estados Unidos con la prohibición y eso no puede dejar de llamarnos la atención. 

La decisión de prohibir y de legalizar es una decisión política

El padrino se empodera con la prohibición y desaparece con la legalización. Y aquí no quiero que saquen la conclusión de que entonces estoy pidiendo que se legalice todo, sino que lo debemos tener en cuenta, sobre todo en el caso de drogas débiles. 

La ciencia nos podría decir qué es débil y qué es fuerte. Esa frontera está muy difícil de definir, ha matado más el alcohol, siempre surge en la tesis, que la marihuana, ha matado más la nicotina que la cocaína, son temas del análisis. 

Pero alrededor de este tema del whisky me gustaría señalar no tanto el tema de la fase prohibida, la fase legalizada, sino que la decisión de prohibir y la decisión de legalizar es una decisión política, no es una decisión científica, aunque la ciencia esté en esa base, lo que tenemos es una decisión política allá, en los Estados Unidos. 

¿Por qué decidieron prohibirlo? 

Es una buena historia, qué tipo de ideología y de moral estaba detrás de la idea que era mejor para la sociedad norteamericana prohibir el whisky, y su efecto posterior que resultó contrario a la intención, y terminó en una serie de masacres en muchos lugares de los Estados Unidos, un incremento de la corrupción policial en aquel entonces, y al final pues unas decisiones que terminaron llevando a otra decisión política que les pareció más conveniente, legalizar el whisky. 

Hace 50 años arrancó esto que llamamos la guerra contra las drogas, tiene medio siglo, esto no tiene que ver sino muy como un eco lejano con la historia del whisky, con la historia del vino, en la antigüedad, ahora estamos enfrentados a otro problema. 

En la guerra contra las drogas hace 50 años, Nixon (Richard Nixon - Presiente de Estados Unidos 1969 - 1974) decidió —viendo el surgimiento de un movimiento juvenil muy de protesta en los años 60, 70, contra la guerra de Vietnam— prohibir lo que él consideró que eran las sustancias que eran básicas en la configuración de ese movimiento, que era más bien un movimiento cultural y juvenil; la aparición del rock, el Woodstock, la paz como una consigna política en el mundo y la lucha contra la guerra del Vietnam.

Los hippies que llamaban, alcancé a conocerlos de muy niño, y creyó que una andanada policial contra las sustancias que consumían, básicamente marihuana, cannabis —le decimos nosotros y LSD— podría aplacar ese movimiento social. 

Se aplacó el gobierno, no se aplacó el consumo. El cannabis sigue hoy, 50 años después, y tiene una historia anterior y el LSD también. 

No existe el movimiento juvenil de aquel entonces, ya eso dejó de existir en la antropología social norteamericana. Es muy difícil encontrar algo que vivó, que socialmente se llame hippie, la contracultura, el underground, no tiene las mismas formas y los hippies juveniles del entonces hoy son viejitos, bastante viejitos, son padres y abuelos, y quizás estén pensando en este tema, con ojos preocupados, el fentanilo. 

Quizás, hasta comparan el ejercicio de ellos en su juventud y ahora lo que ven como un peligro sobre sus propios nietos y nietas, quizás hasta tendrían algo que contarnos, yo creo, y enseñarnos alrededor de esos dos mundos que separa medio siglo. 

El cannabis fue prohibido en la Convención de Viena, el LSD también y me acabo de enterar, dato nuevo, el fentanilo estaba prohibido en 1961 y entonces aquí hay otra historia paralela interesante para estudiar. 

¿Por qué el fentanilo prohibido en 1961 versus el cannabis? Creo que fue unos años después, tiene una historia tan diferente. ¿Por qué el fentanilo fue legalizado? Decisiones políticas. ¿Y por qué el cannabis no, hasta hace muy poco? Son preguntas que, me parece, deberíamos reflexionar.

Detrás del cannabis no había ningún tipo de empresariado poderoso en el mercado, surgen ahora con la legalización, me imagino, y surgirán, pero detrás del fentanilo sí. 

El fentanilo entra en la sociedad norteamericana llevado por empresas legales, poderosas y en venta legal en el mercado. Es recetado —decimos nosotros— por los médicos a pacientes que creían ellos —también de buena intención, no es una actitud perversa— merecían un tratamiento con fentanilo. 

Esa es la forma como entra en la sociedad norteamericana, no entra en la ilegalidad, no entra con las mafias, no lo produce México ni ningún país latinoamericano. Nosotros no sabíamos del fentanilo, hasta hace muy poco. 

Pero se irradia, es a partir del mercado libre. Los poderes políticos no tienen mucha presión sobre ese mercado, allá ha habido debates alrededor de este tema de la industria farmacéutica y el mercado. Y el efecto final es que, a partir de la medicación se configuran los primeros núcleos de adictos y se estanca de una manera exponencial. Eso es lo que sabemos nosotros, podemos estar equivocados, pero es lo que sabemos.

En 50 años varió estructura de consumo en EEUU 

¿Qué sucede entonces ahora? Es lo que nos toca investigar. El resultado final no puede ser más dramático. 

En 50 años la estructura de consumo de los Estados Unidos varió sustancialmente, varió de una manera que cambia el paradigma con que veíamos ese problema, sea los que vieran a favor el tema de la prohibición, fuera de los movimientos que luchaban por la legalización. Ahora toda la concepción es completamente diferente. 

El fentanilo ha matado 100.000 personas al año, según las estadísticas. La marihuana no mató a nadie en un año y la cocaína, hasta donde sabemos, mata, de acuerdo a sus mezclas. Cerca de 4.000 personas en Estados Unidos por sobredosis. Son los datos que tenemos. El fentanilo mata 100.000 al año, no es ni comparable. 

Estamos ante un fenómeno completamente diferente, indudablemente. Estos impactos que han tenido estas sustancias han sido impactos sociales en la historia reciente de los Estados Unidos. La marihuana, la cocaína después, no se presenta al mismo tiempo que la marihuana y ahora el fentanilo para reducir el problema de estos tres tipos de narcóticos. 

¿Por qué se pasa de la marihuana a la cocaína? ¿Y por qué se puede estar pasando, entre comillas, a averiguar de la cocaína al fentanilo? Algo que no tiene que ver con las sustancias —en mi opinión— en si son más agradables o no. Es algo que tiene que ver con las sociedades. 

Dejo ahí con puntos suspensivos y paso al tema colombiano.

En Colombia, la irrupción del fentanilo en los Estados Unidos, por lo menos en estos meses, y tenemos que esperar más datos para comprobar —así que estas palabras son simplemente hipótesis, ya veremos el tiempo que nos dice— pero está cambiando la configuración de la producción de sustancias en Colombia. 

¿De qué manera? La cocaína tenía unos esquemas de producción, una mata selvática, por tanto, se produce en pisos térmicos selváticos, que trataba de ubicarse sobre todo juntando esta especificidad de la mata, de la vegetación, hoja de coca, con las posibilidades de acercarse al mercado de los Estados Unidos. 

Eso da una geografía determinada, estar cerca de una ensenada, a una bahía, a una manera de llevar en lanchas, sobre todo, antes fue en aviones, avionetas, más fácilmente detectables, ahora mayoritariamente es en lanchas rápidas, submarinos y otras embarcaciones marítimas. 

Geografía de la cocaína

Entonces, la geografía de la cocaína está definida por el piso térmico de la vegetación que se necesita y por la cercanía al mar de cara al mercado de los Estados Unidos. 

Comienza entonces en la Sierra Nevada de Santa Marta, no tengo aquí un mapa, los que conozcan el mapa de Colombia, pues sabrán, sobre todo allí comenzó la marihuana, se traslada al Golfo de Urabá, cerca de Panamá, todo es mar Caribe, por el mar Caribe salen las rutas, vía a Centroamérica, vía a las Islas del Caribe, pasando, saltando hasta llegar a la costa este de los Estados Unidos. 

Y luego, y concomitantemente incluso ahora, hacia el Pacífico, que es mucho más difícil de controlar, les comentaría por qué es difícil de controlar, porque ahí se escapaban los esclavos, en la época de la esclavitud, y porque entonces el poder en Colombia durante los dos siglos de vida republicana, castigó el territorio abandonándolo, es el único litoral del Pacífico en todo el mundo, que es pobre. 

Mayoritariamente negro, indígena, selvático, y ustedes no saben la cantidad de ensenadas y lugares difícilmente controlables que tiene, y que lo hace precisamente fácil para el narcotráfico. 

La mayor zona cocainera de Colombia estaba allí, hasta hace muy poco. El puerto de Tumaco, la región de Nariño, Pacífico del Nariño, en el sur con la frontera con el Ecuador. 

Allí estaban las decenas de miles de hectáreas, los laboratorios y las posibilidades de salir al mar, y por tanto otra vez, haciendo escalas en Centroamérica, México, llegar a la costa oeste de los Estados Unidos. 

Esa geografía que es la que teníamos hasta hace unos meses, en donde enfocábamos nuestras acciones, donde yo pedía la interdicción marítima, etcétera, la que se llenó de agrupaciones armadas, porque en el momento en que la política guerra contra las drogas se vuelve una política militar contra las drogas, en ese momento las mafias se vuelven armadas y militares, con ejércitos privados, escalan el conflicto. 

Es otro tipo de circunstancia, no es buscar en estos barrios un tipo, defendiéndose él, entregando dinero, sino que es ir a las selvas a destruir unos ejércitos, de 500, 1.000, 2.000, los cálculos pueden ser diferentes.

Tan armados como el Ejército Nacional, con capacidad de control territorial, con capacidad de desestabilización a partir del control territorial de democracias y de estados enteros como Haití, como regiones de Guatemala, como regiones del Salvador, como regiones de México e indudablemente como regiones de Colombia. 

Del salto entre buscar un señor entre estos barrios a destruir los ejércitos que hay allá, hay un cambio absoluto que no es de más a menor, y este es otro elemento. 

Igual que se pasa de la marihuana al fentanilo en la estructura de consumo aquí en Norteamérica, pasamos de la banda, que llamamos cartel urbano hacia ejércitos privados con control territorial, es decir, empeoró completamente la situación. 

Hoy Haití es un estado que, yo diría es un estado destruido por este nuevo proceso, porque es un paso de la cocaína colombiana, que traspasa México en su territorio físico, llega a su costa sur y pasa a la costa norte de cara a Estados Unidos, y por entremedio se acabó el estado haitiano. Se podrían acabar más estados. 

La cantidad de políticos, de presidentes, de dirigentes sociales y económicos capturados, incluso, muchos trasladados a los Estados Unidos por su vínculo con el narcotráfico, es creciente. 

Esa medida de dirigencia capturada, porque se ha vinculado con organizaciones narcotraficantes para financiarse, etc., para controlar políticamente los territorios, es un indicador de la desestabilización democrática. También va de mal en peor, de menos a más. 

Llegamos entonces a un narcotráfico que tiene poder político en la región, lo que aquí se llama corrupción, etcétera, y que se refleja en el hecho de que mientras la estrategia, que es militar, ataca a los ejércitos privados en las zonas selváticas, los narcotraficantes no están allá. 

Los narcotraficantes están al principio en estas ciudades, después en otras fuera de este país. Viven como los más ricos del mundo. Los narcotraficantes no están en las zonas de combate ni de represión, y controlan desde sus oficinas no solo el pequeño territorio donde sale la materia prima o la ruta de exportación, o las lanchas que llegan, o las organizaciones que reciben las mercancías, sino la política, el poder, la comunicación, etcétera, etcétera, etcétera. 

Es un narcotraficante con poder político. Es más poderoso que antes. Aunque las series podrían reflejar que la persona que se buscaba en estos barrios era el satán, lo cierto es que palidecería a esa persona ante los poderes que hoy tiene la mafia actual de la cocaína, que han integrado verticalmente el mercado. 

Sus rutas, si se dibujan en un mapa, coinciden con las 50 ciudades más violentas del mundo. Han construido la región más violenta del mundo. Ellos y la guerra contra ellos. 

Entre esas 50 ciudades hay muchísimas mexicanas, muchísimas centroamericanas, varias estadounidenses, algunas brasileras, sólo dos o tres salen de América, y Colombia va bajando, va saliendo, casi que ya no está en esas ciudades, ninguna de ellas. 

Su capital de la República no está ni en las 300 ¿Qué estará pasando? Y esta es mi hipótesis, hipótesis. El fentanilo, al entrar en Estados Unidos cambió el mercado de la cocaína en Colombia, o lo está cambiando en proceso. 

La geografía que había descrito está en proceso de cambiar. Estados Unidos está, hipótesis a confirmar, dejando reemplazar, o no dejando, sino que está sucediendo un reemplazo de consumo de cocaína por consumos afiliados al fentanilo. 

El impacto del tráfico fentanilo en la geografía colombiana

Eso cambia nuestra geografía, desde el punto de vista de los narcóticos. Lo que era muy rentable estar en el Mar Caribe, cerca, produciendo cocaína o del Pacífico, ahora no lo es tanto. 

Aparecen noticias que dicen que, en las zonas de campesinos, de productores de hoja de coca, ligados a este tipo de geografía anterior, hay hambre, no hay compra de cosechas. Empieza a haber algo que no sucedía antes. 

Y en cambio empezamos a ver que en unas zonas que nada tienen que ver con el mercado de los Estados Unidos, porque están al otro lado de la cordillera de los Andes, lejos del mar, se empieza a consolidar la mayor zona de producción de cocaína del mundo. 

Ya no es el Pacífico, ahora es el Putumayo. Puesto en un mapa es la selva amazónica después de la Cordillera de Los Andes. 

Allí las vías de comunicación son los ríos y los ríos van hacia el Amazonas, es decir, a Brasil. No es Estados Unidos, es Brasil. Pero Brasil está muy, las ciudades del Brasil, el mercado, está mucho más al sur después de la selva amazónica, en el cono sur. 

Dicen los periodistas del Perú, algunos investigadores muy importantes del Perú, que acabo de leerles su análisis, que la organización mafiosa más grande del Brasil se ha desplazado hacia Leticia, Colombia, que es el punto de la triple frontera nuestro extremo sur. Puerto en el río Amazonas.  El Comando Bermejo se llama.

Que en Perú sobre esa misma zona ya hay 50.000 hectáreas sembradas de hoja de coca y que nosotros ya tenemos en la frontera con el Ecuador, sobre el río Putumayo, la mayor zona de producción de hoja de coca y de cocaína de Colombia. Y se están deprimiendo las zonas que estaban cerca al Caribe y las zonas que estaban cerca al Pacífico. 

Va cambiando nuestra geografía, nuestra estrategia debería cambiar por tanto también. Pero esto va reflejando si es cierto, si se corrobora en el tiempo que Estados Unidos deja de ser importante y que Brasil se vuelve muchísimo más importante, sea como un mercado de la cocaína propio, o sea, como el punto de traslado hacia África, a través de los conflictos africanos ascendiendo hasta Europa. Hipótesis. 

¿Qué significa esto? Que es probable que el mercado de la cocaína se debilite en el tiempo, en 10, 15 años. Si el fentanilo tiene la fuerza de reemplazar la cocaína, como lo vemos en Estados Unidos, también irrumpirá en Brasil y también irrumpirá en Europa. 

Nuestro problema es si irrumpirá en Colombia. Entonces, miren esta paradoja, Colombia siempre vista como un país exportador, el mayor exportador de cocaína, ahora podría ser un país importador de fentanilo, porque no lo producimos nosotros. 

Nuestro aparato de inteligencia policial represivo, nuestros perros, etcétera, están acostumbrados a ver cómo sale, cómo se exporta la droga y cómo se intenta reprimir esa exportación, pero no tienen ni idea de cómo impedir una entrada, no se crearon para eso, nunca se pensó, nunca estuvo en nuestra cabeza que pudiéramos ser importadores. 

¿Para qué importaríamos fentanilo? Para consolidar mercados de adicción. El fentanilo, en mi opinión, no sé cómo es en Estados Unidos, y ahora voy a terminar con otra hipótesis, no es atrayente por sí mismo. 

No creo que haya un joven, ni en esta ciudad ni en ninguna de Colombia, que diga es que voy a buscar fentanilo, porque, y esta es la hipótesis final, porque el consumidor de sustancias en Colombia o en América Latina, en general, no consume solo, mantiene una vieja tendencia antropológica, cultural, sea por el lado indígena, sea por el lado afro, sea sobre todo por el lado latino, el vino, que es la fiesta. 

Aquí hay una zona de fiesta, en Bogotá hay otra, en las grandes ciudades tenemos unas zonas, que aquí llamamos muy bien ‘zonas rosas’, que es donde se congrega más o menos la juventud y otros estratos de edad para estar en fiesta, para bailar, para conquistarse, para gozar. 

Allí es donde la droga entra, la de consumo interno en general, allí es donde se vende la marihuana, o la cocaína, o el ‘tusi o tusibi’, que es la última de moda.

Ahí es donde combinarían el fentanilo sin que la gente sepa y esa combinación traería la captura de un mercado, a través del alto poder adictivo del fentanilo, tal cual la ciencia lo ha descrito. 

Es decir, ese vendedor que sabiendo que lleva fentanilo entre los menjurjes con lo que va a vender esa noche, sabe que va a matar unas personas, ya no es un vendedor clandestino, un jíbaro, un ilegal vendiendo drogas, es un asesino.

¿Será la capacidad de la fiesta capaz de blindarnos ante el fentanilo? No tenemos la experiencia, no lo sabemos cómo ocurre en México, no sabemos cómo ocurre en Brasil y realmente no tenemos datos de cómo está ocurriendo en Colombia. 

¿Se convertirá el consumidor colombiano en el ser solitario que se mete en un hotel a consumir la sustancia hasta con alta probabilidad de morir? ¿Por qué esa diferencia, entonces, entre lo que está pasando en Estados Unidos hasta ahora con lo que podría estar pasando en Colombia? 

¿Por qué las cifras de muertos no están ascendiendo espectacularmente como ascendieron en Estados Unidos? ¿Por qué esos niveles de 100.000 muertos, que es una pandemia? 

Si yo fuera encargado allá político yo estaría asustado, es una pandemia, es un problema de salud pública que además tiene el ingrediente que no es una gripa o una epidemia que pasa, sino que está matando, tiene una alta tasa de mortalidad. 

Yo diría aquí, también hipótesis, no crean que esto pueda ser cierto completamente —hay que comprobarlo— que depende de la estructura de la sociedad, no depende de la estructura de la sustancia.

Tercera droga que corresponde a una fase diferente de la historia humana 

Científicamente sabemos que la sustancia fentanilo es 50 veces más adictiva que la heroína, etcétera, eso no lo puede decir la ciencia, pero ¿por qué la sociedad lo está consumiendo?  Eso no lo dice la ciencia o por lo menos la ciencia exacta, eso no lo dicen las ciencias humanas, antropológicas ni la política.

Si la sociedad de los Estados Unidos es más vulnerable al fentanilo que la sociedad colombiana, es porque las personas en la sociedad de los Estados Unidos están viviendo más solas, se han roto más las líneas de afecto, se ha roto más la comunidad, o como decía en la reunión de Conferencia Latinoamericana de drogas en Cali: el amor está desapareciendo. 

Y lo que nos protege a nosotros, hasta ahora hipótesis, es que aún son fuertes los lazos de afecto, que el muchacho cuando sale a la calle tiene una sensación cultural y existencial diferente que, si sale a la calle en el Downtown de Miami, o peor de Washington, o de la Florida, o de un pueblo en la América interior. 

La sensación cultural es diferente porque ese muchacho o muchacha siente que la calle es su compañía y en cambio el otro muchacho o muchacha siente que la calle es su soledad. 

Y esta diferenciación que tiene que ver es con las estructuras sociales, no tiene que ver con la persona ni con la sustancia, está haciendo a Estados Unidos cada vez más vulnerable de una droga que mata, literalmente. 

Lo pongo también como hipótesis, si la marihuana o cannabis y el LSD eran las drogas de la rebeldía juvenil contra una guerra, y pasó. Y si la cocaína era la droga que siguió, que era la droga de la competencia del ejecutivo de Wall Street, del que debe tener éxito si no se queda en el camino, que era la cultura propia de la sociedad neoliberal y el neoliberalismo está muriendo, entonces nos ha aparecido una tercera droga, que corresponde a una fase diferente de la historia humana. 

Esta, que ya no es propiamente neoliberal, tiene un signo, es el signo de la extinción de la humanidad, de la crisis climática, de todas las crisis juntas, de la enfermedad que acabamos de vivir como pandemia, que se sintetiza entonces en otra época de la sociedad norteamericana que es diferente a la neoliberal. Ya no es la droga del hombre del éxito y de la competencia, es la droga de la muerte. 

Y entramos entonces en un terreno inédito, sobre el cual yo diría lo siguiente y es para Colombia también válido. Esta droga se puede mitigar, que sería la palabra utilizar, mitigar el daño, seguro que habrá científicos que descubren pues cómo hay una contra, cómo no se produce la muerte, cómo una sustancia puede impedir que la otra actúe, etcétera, habrá una investigación, pero igual que apareció el fentanilo, aparecerán otras sustancias similares. 

Ya está detectada la sustancia de la muerte y en una guerra un poco científica en contra de esa sustancia, no será policial, muy difícilmente esto será policial, como antes era lo otro. 

Puestos de salud pública para detectar el fentanilo

Aquí en nuestras ciudades, y es una orden que voy a impartir, los sitios de fiesta colectiva deben tener puestos de salud pública con un instrumento que permita detectar el fentanilo, ahí ustedes lo tienen, no sé cuánto valga ese tipo de instrumentos, pero los debemos comprar, para que cualquier muchacho, muchacha que haya adquirido sustancias en la discoteca, en la zona, pueda tener con confianza la posibilidad de entregarle a un señor en un puesto, dígame si esto tiene fentanilo, y él pueda con su aparato decir sí o no. 

Aquí cambia el paradigma, porque si dice sí tiene, la misma muchacha va a decir no, no quiero consumir eso, para eso tiene que haber propaganda, para eso tiene que haber información, que la ciudadanía sepa de qué se trata, no que por ignorancia muera. 

Pero si dice el otro que no, entonces aquí aparece un tipo de política de lucha contra la droga que es la mitigación del daño, se mitigue el daño, así consuma la otra sustancia, porque no le permitimos consumir la que la puede matar, se mitiga el daño.

Esto significa que la política contra las sustancias deja de ser policial en lo cotidiano y pasa a ser de salud pública. Esto significa que tiene que haber muchísima prevención, precisamente, para que cualquier persona en Colombia sepa de qué se trata el fentanilo y no que por curiosidad vaya a comprar pensando que lo va a poner chévere y no sé qué, cuando ya está consumiendo es el instrumento de la muerte. 

Y esto nos lleva a que las policías tienen que actuar entonces es sobre las grandes transacciones que este tipo de drogas está provocando. 

Colombia entra por Ecuador, por Ipiales, por ahora. ¿Cómo es que se produce?, ah, que se empezó a producir en México, no es que México sea mala y los Estados Unidos buena, ojo con esa mirada. 

Entra por México porque la fuerza de trabajo industrial de México es más barata que en Estados Unidos, igual la van a producir dentro de Estados Unidos, no hay nada que lo impida con trabajadores inmigrantes mal pagos para que la droga salga barata, igual. 

Luego, poder canalizar, este es un problema que se va volviendo geopolítico porque algunos de sus precursores son chinos y entonces que si China va a ayudar en que esos precursores no lleguen, pues tiene que haber acuerdos, no guerras, la guerra puede incentivar en la falta de acuerdos, tenemos que entendernos como humanidad, pero aún así si los chinos dejaran de producir los precursores, pues se producen en cualquier parte, incluso al interior de los Estados Unidos. 

Decía la Representante de la Cámara, Presidenta de la Cámara —me decía— simplemente se necesita la punta de este lápiz y ya, y por tanto aquí no estamos hablando de un contenedor de toneladas como hablamos nosotros de la cocaína. Aquí se habla de libras, se llevan caminando, se pueden llevar en una bicicleta una dosis tal que podría matar un barrio.

Estamos hablando de un asunto completamente diferente y la preparación nuestra, pues tiene que ser, en mi opinión, completamente diferente a lo que se ha hecho antes, para bien o para mal, sin criticarlo, funcionó o no funcionó, en mi opinión, terminamos en cosas peores. Aquí terminamos en cosas peores, allá terminamos en cosas peores y llegó el momento del cambio de paradigma.

Creo que en Estados Unidos no se podrá mitigar ese daño que está hoy creciendo, sino a partir de un cambio de la estructura misma de la sociedad. Político, obviamente, son decisiones políticas. 

Ese cambio, ¿en qué consiste? En que esos niños y niñas puedan nacer sin problemas en medio del amor, hasta mucho tiempo después. Sin ese afecto creo que quedamos en manos de la muerte. 

Bueno, yo dejo ahí mis impresiones, recién ha aparecido este problema, este problema apareció en mi Gobierno. Ni siquiera lo teníamos antes, no se pudo discutir en campañas. 

Le agradezco a las delegaciones de Alemania, Argentina, Australia, Brasil, Canadá, Chile, Corea del Sur, Ecuador, España, Estados Unidos, Francia, Honduras, Irlanda, Italia, Japón, México, Reino Unido, República Dominicana y Suiza, su presencia aquí y nos encontraremos en otra oportunidad. 

Muy amables por haberme escuchado. Gracias.


(Fin/jrp/nd/gbf/mpp/mha/gop)