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Discurso

Palabras del Presidente Gustavo Petro en el acto simbólico de radicación del proyecto de ley Trabajo por el Cambio

Foto: César Carrión - Presidencia

Presidente Gustavo Petro con MinTrabajo, Claribed Palacios y Nury Martínez

Bogotá, 16 de marzo de 2023.

Bueno, antes de comenzar quiero excusarme por la demora.

Estábamos dialogando en Medellín con un grupo empresarial, precisamente, alrededor de algunos temas que interesan al país y a Antioquia.

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A los trabajadores de la economía popular, las confederaciones y asociaciones sindicales de las centrales obreras

Presidentes y directivos de los gremios productivos

Vicepresidenta de la República de Colombia, Francia Elena Márquez

Presidente de la Cámara de Representantes, David Ricardo Racero

Ministro del Interior, Hernando Alfonso Prada

Ministra del Trabajo, Gloria Inés Ramírez Ríos. Su esposo Álvaro y su hijo Eduardo, que deben estar un poco preocupados por tanta ausencia de tantas reuniones, tratando de concertar este proyecto de ley

El Director para Países Andinos de la Organización Internacional del Trabajo, Ítalo Cardona

Presidente de la Unión Afrocolombiana de Trabajadoras Domésticas, Laribet Palacios

Lideresa campesina Nury Martínez, que recibieron el proyecto de ley de la Reforma Laboral

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Bien. Aunque creo que en el día de hoy se ha discutido, se ha dialogado bastante sobre este proyecto, he escuchado en la prensa varias críticas, generalmente articuladas con el tema que, al elevarse el costo laboral, como lo llaman –nosotros decimos el ingreso de las familias trabajadora– habría una pérdida de empleo o habría restricciones para que creciera el empleo en Colombia, sobre la base de pasar de, lo que denominan ellos, la economía informal, hacia la economía formal.

Volví a ese análisis –era yo congresista en ese momento–, que cuando se presentaron las diferentes reformas laborales, todas tendientes en general a reducir el salario, ampliar la jornada y quitar los últimos resquicios de la estabilidad laboral en Colombia, hemos obtenido, desde esos años hasta acá, si miramos la Ley 50 –aproximadamente 30 años ha–, un resultado completamente adverso al que señalan las críticas.

Ha sido, precisamente, la reducción del salario, la inestabilidad laboral, la que no ha permitido el crecimiento de la productividad en Colombia; la modernización, por no decir con más exactitud, el desarrollo del mismo capitalismo en Colombia.

Comparando las estadísticas de la OCDE ha resultado y se ha vuelto también noticia que Colombia es el país en donde más se madruga.

Ha resultado también en esas estadísticas que Colombia tiene la jornada laboral más alta de los países de la OCDE, fuera de Turquía, y ha resultado también que en esas estadísticas Colombia tiene el último lugar en productividad en la OCDE.

No están separadas unas de otras, hay que ligarlas.

Es que en Colombia se madruga más que en el resto del mundo, en primer lugar, porque la jornada es la más larga que en el resto del mundo en general, y porque los medios de transporte anacrónicos alargan aún más esa jornada a veces con dos horas de ida, dos horas de regreso, a través, por ejemplo, en la ciudad de Bogotá, de los tristes buses de TransMilenio.

El tiempo del transporte es también un tiempo laboral.

Y esa amplitud, entonces, sin mayores comparaciones con el mundo, esa jornada laboral extendida no ha traído más riqueza, no ha traído más ganancia. Se trata de una visión anacrónica, la misma que tenían el mundo del capital allá por los años de 1830, 1840, en la Inglaterra hasta que un movimiento que llamamos cartista, terminó, a través de la primera huelga de obreros en el mundo, logrando una primera ley que recortaba la jornada laboral.

En ese momento fue la jornada de las 10 horas.

Y en la prensa del entonces. en inglés, también se decía que el recorte de esa jornada laboral iba a traer la pérdida del empleo e iba a traer el atraso de lo que entonces se denominaba Inglaterra.

Todo lo contrario. El recorte de la jornada laboral. que después pasó a ocho horas, que después pasó a 40 horas en la semana, que hoy aún se discute recortarla más en los países más desarrollados del mundo, no trajo la destrucción económica de esos países sino por el contrario, el incremento permanente, paulatino, a través de los años y de las décadas, de la productividad laboral.

Trajo, por tanto, el crecimiento de la riqueza; trajo una idea que entonces sonaba completamente ilusoria, y era que empresarios y obreros se podían poner de acuerdo para distribuir esas ganancias de la productividad en un salario real mayor.

Y surgió lo que llaman el capitalismo de la época de oro. Un capitalismo que permitía el estado del bienestar, los grandes componentes de la educación, de la seguridad, de la salud, de la universidad, del buen vivir relativamente; un pacto obrero- empresarial que trajo, quizás, un momento de oro, como se le denomina, en la existencia de la economía y de la sociedad.

Eso se fue destruyendo después por lo que yo denomino el neoliberalismo, un pensamiento que buscó, a partir del año 93, cuando caía el muro de Berlín y la ilusión de la Unión Soviética, una derrota del movimiento obrero a escala universal.

Las conquistas se perdieron, la estabilidad laboral se perdió; se perdió la organización obrera, se perdieron las posibilidades de reformar las sociedades en otro sentido, y cundió el capitalismo salvaje.

Se destruyeron en buena parte del mundo los estados de bienestar. El trabajador terminó en los rincones de la historia sin capacidad de acción, sin capacidad de decisión.

Hoy todo está cambiando otra vez.

Hoy, si se mira París, hoy si miramos Colombia, América Latina, hay un resurgir de las luchas por la dignificación del trabajo, incluso de las luchas por un mayor tiempo libre, que es desde donde se puede construir la riqueza del espíritu, la calidad de la vida.

Lo que estamos haciendo aquí no es una isla. En realidad la crisis económica que se vive desde el año 2008 y que estalló allá en los Estados Unidos, y que no ha permitido a observar un mundo en donde crezca la productividad, un estancamiento permanente que cada vez empeora.

Porque luego del covid, covid que es también el efecto de un sistema económico al destruir los sistemas de salud pública, al permitir en las economías de grandes ganaderías que virus que provienen quizás de la crisis climática, que se propagan quizás por la crisis climática, irradiaran con su espectro de muerte a la humanidad toda.

Y como si no fuera poco, ahora tenemos el hambre en el mundo expandiéndose; ahora tenemos la guerra en el mundo, ahora crece la pobreza.

Los estudios de Thomas Piketty en Francia demuestran que vivimos de nuevo una desigualdad social en todo el planeta Tierra, que no se veía desde los años anteriores a la Primera Guerra Mundial.

Se destruyeron las conquistas del movimiento obrero mundial, pero entramos en la crisis. Crisis, como dicen en Davos, que no es una sino varias; una policrisis.

Ayer, antes de ayer, tras antes de ayer, las noticias hablan de quiebras bancarias, de manifestaciones intentando impedir que se eleve la edad de pensiones, que haya más tiempo libre para el trabajador y la trabajadora, cuando han ya ha pasado sus años en el trabajo y quieren recuperar espacios de su propia vida.

Hoy en el mundo están pasando cosas. Los bancos quiebran porque la gente no tiene como pagar, cuando han aumentado inusitadamente la tasa de interés.

 

 

 

Y ese sistema que empieza a debilitarse, lo que está gritando es que la única manera de superar la crisis en el mundo, de tipo económico, es que las familias tengan mejor ingreso. Es que las familias puedan construir un mayor mercado interno a los países. Es que se pueda con políticas superar la pobreza, que con la productividad que hoy tenemos bien que se podría superar.

Es que llegó otra vez un momento donde podamos discutir la dignidad del trabajo.

Lo que este proyecto presenta entonces es un capítulo mundial para Colombia de dignificación del trabajo.

Aquí en Colombia, desde la Ley 50, y las demás leyes que se han creado en estos últimos años, terminamos no solamente con la jornada más alta de la OCDE, no solamente con la menor productividad de todos los países de la OCDE, no solamente con un pueblo que tiene que madrugar porque si no, muere de hambre, sino que terminamos en un sistema en donde el acoso sexual, donde el acoso laboral, se volvió cuestión de todos los días.

Que, al acabar la inestabilidad, y al tener que firmarse para poder sobrevivir contratos cada dos meses, han condenado a la mujer a un acoso sexual de los empleadores.

La inestabilidad en el trabajo trae problemas mentales, trae destrucción de la calidad de vida, trae caída de la productividad. Las ganancias cortas se dan cuando las sociedades y la economía tienen una baja productividad.

Las ganancias pueden aumentar cuando las sociedades son más productivas.

Y la productividad no es simplemente el que las empresas puedan competir. Que en Colombia poco que compiten, porque estamos plagados de oligopolios y de monopolios y de rentas que se chupan del Estado para transformarlas en ganancias sin trabajar.

Lo que tenemos en Colombia es que la productividad no aumenta porque no se ha irradiado el saber en el conjunto de la sociedad; el conocimiento, los sistemas de educación pública, el intelecto general de la sociedad.

Por eso no tenemos altas productividades. Y porque hemos heredado la estabilidad laboral y la dignidad del trabajador y de la trabajadora.

Este proyecto de ley debe permitir –si se aprueba por el Congreso de la República e inicia su trámite allí– que cese el acoso sexual y laboral en el país.

Debe permitir que el salario real pueda crecer en Colombia para que pueda industrializarse este país.

Debe permitir que la gente pueda ser más feliz en esta sociedad, precisamente porque pueda disfrutar de más tiempo libre.

Debe permitir que se pueda organizar el cuerpo de trabajadores y trabajadoras para poder discutir de tú a tú con el mundo empresarial. Ese mundo fragmentado del movimiento obrero en 80 en 100 sindicatos por entidad, que nos recuerda la tesis de la libre competencia del mercado, cuando el mundo obrero tiene es que unificarse para poder ganar capacidades de negociación.

Ese mundo sindical que no llega a la mayoría de los trabajadores y trabajadoras de Colombia debe cambiar, a través de la ley, por una fuerza organizada que pueda velar por todo aquel y toda aquella que gane un salario en cualquier parte del país.

Que debe velar por el trabajador y el pequeño empresario, que al final es donde se desata buena parte del empleo en Colombia.

Que debe velar porque en el campo se pueda modernizar y desarrollar y producir los alimentos, precisamente para que pueda aumentar el salario real.

Que debe velar es nueva fuerza del trabajo que este proyecto de ley empoderaría porque se vuelva realidad la unidad y la fuerza del pueblo trabajador.

Este es un gobierno para el trabajo. Este es un gobierno para el pueblo. Este es un pueblo que bien merece la pena tener una oportunidad.

Este es un gobierno que busca el pacto social, que recupera la tesis de que es posible el encuentro en medio de la diferencia y la diversidad.

Que levanta incluso la bandera del pacto social o del acuerdo nacional para transformar a Colombia y encontrar los caminos eficaces de la paz.

La violencia nos inunda precisamente porque no hemos transformado el país, porque sigue siendo profundamente injusto, porque sigue excluyendo el territorio nacional.

Con ustedes, el pueblo trabajador, este gobierno puede cambiar los pilares en donde se ha fundamentado la violencia, para poder construir los pilares en donde se pueda construir la democracia, la paz y la justicia social.

Es decir, una Colombia que sea potencia mundial de la vida.

Gracias. Muy amables por haberme escuchado.

(Fin/mgg/gbf/epr/dlg/gta)